sábado, 20 de diciembre de 2014

Restos humanos calcolíticos, contextos funerarios y diversidad formal (II): los restos humanos del Tumulo de IL.C1 Cótar

De nuevo un post dedicado al registro arqueológico funerario del calcolítico en la Cuenca Media del Arlanzón. Como ya se comentó en una entrada anterior, el tema no son muchos los lugares que proporcionan restos humanos. En este caso, será objeto de comentario el túmulo IL.C1 de Cótar, que, como el Hornazo, ha sido objeto de análisis y publicación en 2013 en la revista RAMPAS (Carmona et alli 2013).


Localización de El Hornazo y el Túmulo IL.C1 de Cótar
El túmulo de IL.C1 de Cótar es uno de los yacimientos intervenidos por Uríbarri y Martínez González en los años 80 con el fin de indagar sobre el poblamiento prehistórico en los alrededores de la ciudad de Burgos. El monumento funerario se encuentra situado en el borde de una lengua de páramo que domina el curso del Arroyo de Cótar. En el momento de la excavación el entorno se hallaba fuertemente alterado por las labores agrícolas, que habían sido las causantes de un fuerte deterioro. La consecuencia fue la eliminación de una buena parte del túmulo en su sector SE y el arrasamiento de la estratigrafía arqueológica en ese sector. La estructura también ha sufrido violaciones en una época histórica previa (hispano-romana). Unas y otras modificaron la secuencia estratigráfica y provocaron la presencia de materiales arqueológicos dispersos en la superficie, que también fueron recogidos por el equipo de excavadores. La información suministrada por ellos sobre el registro quedó recogida en forma de manuscrito, al que nos dio acceso J.M. Martínez González, a quien damos las gracias desde aquí.

El monumento funerario plantea una especial problemática precisamente debido al alto grado de alteración. El túmulo conservaba en el momento de su excavación una forma elipsoide de 8 m. de largo por 5,25 de ancho y una altura de 1,25 m. La aglomeración tumular estaba compuesta por piedras calizas de tamaño variable, pero, en general, de formato reducido. Estas se encontraban cubiertas por una tierra negra de alto contenido orgánico. A pesar de que en la planimetría y secciones proporcionadas por los excavadores no se representan, se observaron durante la excavación varias superficies de alteración, que delimitaban zonas intactas de la estructura tumular (sector B) frente a otras que había sido removidas (sector A, A’ y C). Bajo el túmulo se pudo constatar la presencia de una superficie preparada (limpieza y nivelado del terreno) que se conservaba parcialmente.

Cubierta en parte por el sector intacto del túmulo (sector B), los excavadores identificaron una ordenación intencionada de piedras calizas que conformaban un alineamiento de tendencia ovalada muy afectado en su mitad SE por las alteraciones señaladas. Este alineamiento enmarcaba la boca de una fosa de enterramiento ubicada bajo el túmulo. Esta fosa constituye el elemento central de la construcción. Posee una planta ovalada, con un eje mayor de 1,70 m y uno menor de 1 m. La profundidad oscila entre 1,15 y 1,30 m.



Sección del Túmulo de Cótar publicada por los excavadores (Uribarri Angulo y Martínez González 1987). No se detallan las superficies de alteración aunque se puede apreciar en la parte derecha de la figura el alto grado de afección sufrido por la estructura tumular.

La excavación de la fosa permitió documentar 4 estratos denominados “niveles” que incorporaban materiales cerámicos y humanos. Los estratos superiores acogían restos romanos mientras que los inferiores solo depararon restos exclusivamente prehistóricos. No obstante, todos los materiales arqueológicos documentados mostraban evidencias de haber sido alterados. La consecuencia más evidente fue la dispersión de los materiales por el monumento y la disociación en varios grupos distintos (superficie, masa tumular, fosa de inhumación). El grupo más numeroso de restos lo constituye la cerámica prehistórica (187 fragmentos). Dentro de la misma se reconocen básicamente tres grupos. Un primer conjunto muy numeroso de piezas de aspecto tosco, lisas, con grandes desgrasantes calizos y muy afectadas por procesos químicos (fracturas laminares, desconchones,…) posiblemente causados por la acidez del sustrato geológico. El segundo grupo de piezas de pastas decantadas, superficies bruñidas, decoradas con motivos campaniformes y que presentan una buena conservación. Existe un tercer conjunto con unas condiciones técnicas y de conservación diferentes. Están afectadas parcialmente por procesos postdeposicionales y destacan particularmente por la inclusión en la pasta de desgrasantes cuarcíticos. Todo el conjunto presenta un alto grado de fracturación. Esta circunstancia ha mermado en buena medida el reconocimiento de formas representativas. Buena parte de las piezas no se diferencia en nada por sus atributos técnicos de las recuperadas en ambientes domésticos de la Cuenca Media del Arlanzón, a excepción de los fragmentos con decoración campaniforme. Precisamente, se reconocen 4 fragmentos decorados, tres de ellos con motivos impresos de estilo marítimo internacional y uno con una línea incisa bajo el borde.

Junto a las piezas cerámicas, se recuperó un pequeño conjunto de elementos líticos (NR: 27). Casi todo el conjunto es de naturaleza extractiva y sólo se conoce un caso de pieza pulimentada: un fragmento de hacha o azuela sobre cuarcita. Dentro del conjunto tallado solo se reconocen tres utensilios: dos elementos de hoz y una punta de aletas y pedúnculo.

Datación radiocarbónica [1]

Se tomó una muestra de los restos esqueléticos humanos con el fin de datarlos. El resultado se puede observar en la tabla en la que se incluye también la fecha calibrada a través de Oxcal 4.1, empleado la curva de calibración IntCal 09 (Bronk Ramsey 2009, 2010; Reimer et al. 2009).

ID
Fecha B.P.
Cal BC (2σ)
δ13C
Material
Contexto
Atribución
UGA-8821
3670±25
2137 (95.4%) 1965
-20.7‰
colágeno
Fosa, N. II
Calcolítico Final (Campaniforme)


La datación obtenida entra dentro del rango temporal del Calcolítico Final (Campaniforme) que está establecido en 2500-1900 cal BC para la Meseta Norte. La fecha se asemeja mucho a las obtenidas en los contextos domésticos de la Cuenca Media del Arlanzón, hasta el punto de poder considerarlas contemporáneas. Ambas se ciñen al tramo final del Calcolítico y ponen de manifiesto la simultaneidad de las manifestaciones arqueológicas domésticas y las funerarias.

Restos humanos


Los restos óseos procedentes de este monumento funerario son bastante escasos. Su estado de conservación es, además, deficiente debido a la elevada acidez del suelo. Con los restos óseos recuperados es posible determinar que el N.M.I. es 2, uno adulto y otro infantil. Este número ha podido ser establecido tras el estudio de las piezas dentales. Todas excepto una tienen las raíces cerradas, deduciéndose que son piezas dentales definitivas, que pertenecen a un adulto. Junto a ellas aparece una pieza con la raíz abierta es un canino inferior perteneciente a un individuo infantil. en una de ellas, se aprecia una línea de hipoplasia, lo que indica una carencia nutricional durante la formación del esmalte en esa pieza.

Incisivo lateral superior derecho donde se aprecian una línea de hipoplasia en el esmalte. Imagen: Encarna Valdivielso
Valoración

Respecto a la configuración del depósito con restos humanos cabe señalar que es importante el alcance del saqueo. En primera instancia algunos estratos no parecen afectados. Al menos eso parece atestiguar la presencia exclusiva de materiales prehistóricos en su seno. Sin embargo, la baja cuantía de restos óseos y la presencia esporádica de piezas, todas ellas muy fracturadas, plantean dudas sobre la integridad del depósito. Se asemejan más bien a piezas erráticas que sobrevivieron al saqueo dado su pequeño tamaño. En caso contrario, ¿Dónde están el resto de piezas esqueléticas y las partes ausentes de los recipientes campaniformes? Se podría proponer su desaparición a causa de la acidez del suelo, que ha afectado de manera intensa a ciertas cerámicas y a la industria lítica, pero una parte de las cerámicas no manifiesta este ataque de una manera tan intensa; en especial, los fragmentos campaniformes, en los cuales no se aprecia afección alguna. Por lo tanto, muy probablemente el escueto registro que se conserva es producto de la violación y solamente revela de manera indirecta el estado original del monumento. Este se constituye, como manifiestan sus partes intactas, por una fosa excavada en la que se enterraron al menos dos individuos, acompañados por piezas de cerámica campaniforme del estilo marítimo internacional a modo de ofrenda o ajuar. El enterramiento se monumentaliza con la construcción de un túmulo de piedra y tierra que sella la inhumación. Tal y como determina la datación obtenida, el acontecimiento se produjo a finales del III milenio cal B.C.

Referencias:

Carmona Ballestero, E.; Valdivielso Gutiérrez, E.; Pascual Blanco, S.; Vega y Miguel, J. (2013): "Restos humanos, contextos funerarios y diversidad formal: los yacimientos calcolíticos de El Hornazo y el Túmulo IL.C1 de Cótar (Burgos)", RAMPAS, 15: 53-80.

[1] La datación se llevó a cabo gracias al proyecto Dataciones absolutas de contextos calcolíticos de la Cuenca Media del Arlanzón, financiado por la Fundación Gutiérrez-Manrique.